LA NOCHE TIENE LARGAS MANOS
La noche tiene ojos sin pupilas
y largas manos.
¡Qué buen tiempo hace!
Es necesario gritar para no estar triste
las horas danzan como las letras y las sílabas dentro de mi frente.
Es necesario rugir para olvidar,
para no morir cantando, para no enrojecer de vergüenza y de rabia.
¡Qué tiempo tan poco apacible!
Nada mejor que irse
tomar el bastón y caminar con el culo arrastrando.
Cuando uno agota los nervios
y se enfurece porque ha tomado demasiado café debe hacer un alto en el camino y mirar hacia atrás.
¡Qué tiempo tan poco alegre!
Las campanas repican
a modo de despedida y por gloria de ingenuos soldados, el cementerio es encantador bajo la fina lluvia, hay flores, nacidas de estornudos, coronas, inscripciones y cruces fabricadas por el hombre generoso gran filósofo que envió a muchos al campo de batalla.
¡Qué tiempo tan apacible!
¿Qué se oye?
El sol toca el clarín y las flores caen severamente como árboles desarraigados.
¡Qué buen tiempo hace!
Aquí están los hombres,
llevan corbatas rojas y diarios de todos los colores. Se detienen y juegan a cara y cruz o al dominó.
Cada vez el tiempo es más apacible.
Leo P. Hermes
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