21 ago 2014

¡Por fin! Una multitud con su propia palabra llovida; húmedo el tendón, el seso vivo en el vivo espesor del número.

LA ESPUMA DE UNA OLA SEÑAL DEL SIGLO

       

Desde el fondo del mar

subió una voz. Echada en espuma a los cielos fue la señal

 

¡Por fin!

 

Una multitud

con su propia palabra llovida; húmedo el tendón, el seso vivo en el vivo espesor del número.

 

Densa como los número reales

clamando con una sola voz.

 

Ya no se trata de la belleza de dos niños

que hablan mientras otro llora a lo lejos.

 

Canciones de amor

en dos millones de bocas dirigiéndose a todos, a todos aquellos que aún duermen.

 

Es una imagen elevada

por un canto entusiasta de alegría.

 

Ya me había cansado

de usar palabras como pelvis, encía, tiroides, circunvolución del hipocampo y jugar con conceptos algo-neuro-distróficos.

 

Ahora me siento más a gusto

entre millones de flores cicatrizantes: azucenas, ranúnculos, árnicas, caléndulas, bellis perennis, girasoles…

 

Todas ellas de la familia de las margaritas

se han levantado contra las humillaciones -cada una con su propio idioma- y queriendo tomar el cielo por asalto gritan:

 

¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!

 

                                                          Johann R. Bach

 

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