NACER EN CADAQUÉS
Al nacer en Cadaqués no partías de cero.
Cuando naciste tus hermanos ya hablaban, andaban y jugaban en la arena, justo enfrente de casa, remojándose los pies en agua de mar.
Tu hermano ya hablaba dos lenguas,
tu hermana sólo una,
pues aún no iba a la escuela. Acompañaba a tu madre en los quehaceres de la casa y cuidaba de ti peinándote el cabello de tantas formas
como caras tiene un poliedro.
Tu punto de partida no era cero;
el humilde refugio de pescadores era la casa donde se estrellaba la tramontana y el mar acababa siempre acariciando
hasta el dintel de la puerta
como si buscase lavarte los pies.
El mar, ese inmenso depósito hilvanado con fuertes rocas y con suaves arenas, lleno de luz, agua y sal de vida,
sabía que tenías alma de princesa;
te respetaba, calmando a Neptuno,
cuando cogida de la mano de tus hermanos aprendías a caminar entre sargos, percas y rojo-amarillentos serranos
con las primeras palabras de la sirenas.
Junto a conchas sonrosadas,
granadas y membrillos, con los primeros y alegres estremecimientos, tíos y primos vaciaban el aceite en enormes tinajas y en un suelo cubierto con un mantel de viñas,
tapaban con tomillo y romero
los humos de cordero asado.
Esa luz y ese olor
del universo mediterráneo, que sueñas como bueno es la mayor de las herencias deseables.
Al nacer en Cadaqués no partías de cero.
Johann R. Bach
COMENTARIO DE KARLA
Esa bella infancia que marcó una meta en la vida. Por ella
sabes lo que es partir de algo más que cero, lo que es admirar y querer lo
humilde de la vida, la belleza pura de lo que te rodea.... Querer en primera
persona deseando el bien a los que tocas.
Puro efluvio de Cadaqués.
Puro efluvio de Cadaqués.
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