22 ago 2014

Al nacer en Cadaqués no partías de cero.

NACER EN CADAQUÉS

Al nacer en Cadaqués no partías de cero.
Cuando naciste tus hermanos ya hablaban, andaban y jugaban en la arena, justo enfrente de casa, remojándose los pies en agua de mar.

Tu hermano ya hablaba dos lenguas,

tu hermana sólo una,
pues aún no iba a la escuela. Acompañaba a tu madre en los quehaceres de la casa y cuidaba de ti peinándote el cabello de tantas formas

como caras tiene un poliedro.

Tu punto de partida no era cero;
el humilde refugio de pescadores era la casa donde se estrellaba la tramontana y el mar acababa siempre acariciando

hasta el dintel de la puerta

como si buscase lavarte los pies.
El mar, ese inmenso depósito hilvanado con fuertes rocas y con suaves arenas, lleno de luz, agua y sal de vida,

sabía que tenías alma de princesa;

te respetaba, calmando a Neptuno,
cuando cogida de la mano de tus hermanos aprendías a caminar entre sargos, percas y rojo-amarillentos serranos

con las primeras palabras de la sirenas.

Junto a conchas sonrosadas,
granadas y membrillos, con los primeros y alegres estremecimientos, tíos y primos vaciaban el aceite en enormes tinajas y en un suelo cubierto con un mantel de viñas,

tapaban con tomillo y romero
los humos de cordero asado.

Esa luz y ese olor
del universo mediterráneo, que sueñas como bueno es la mayor de las herencias deseables.

Al nacer en Cadaqués no partías de cero.

                                                                   Johann R. Bach

COMENTARIO DE KARLA

Esa bella infancia que marcó una meta en la vida. Por ella sabes lo que es partir de algo más que cero, lo que es admirar y querer lo humilde de la vida, la belleza pura de lo que te rodea.... Querer en primera persona deseando el bien a los que tocas.
Puro efluvio de Cadaqués.


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