LUCIA VA AL CINE
Siempre hay un día
en el que hay que dar una tregua al verano, a la belleza y al dolor de estar demasiado conscientemente
viva entre las cosas que pasan
y las cosas que se quedan (¡Ay, idéntica tristeza en la fatiga!)
el dolor de ser joven.
Tregua, tregua… -dice para sí Lucia-
huyendo una vez más por no poder hacer frente al mundo que se te viene encima: toda mi vida, parece ser un vuelo.
Huye y encuentra refugio
en una sala de cine.
Enormes rostros aparecen y explotan,
como burbujas en un viento negro, las palabras ya no entran en los oídos, cierra los ojos sobre aquellas caras
y en un momento se duerme;
duerme, mientras las imágenes pasan y regresan, vuelven a pasar y regresan.
Y Ella, como una diosa del amor,
en medio del mundo rodante, con las piernas abiertas trasnocha; y cuando se despierta son las nueve.
¿Germán? Dulce es la venganza;
habrá tenido a su querido Germán esperando.
Johann R. Bach
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