EL SUEÑO DEL JOVEN MANZANO
Los altos y enhiestos chopos
junto a la vieja carretera se yerguen; el viento y el sol los acaricia, moteando de colores la intensa hierba verde con luces y sombras;
y algo apartado,
un delgado árbol joven –un alegre manzano- en el viento se mece y parece casi consciente de su flexible elegancia,
agita sus hojas de gemelos matices
y brilla con risas plateadas, llenando el lugar donde se levanta de un inesperado destello de belleza y gracia humanas; hasta que
desde su árbol la ninfa avanza,
mujer ahora hecha, contoneándose para encontrarse con él –joven vástago- ; es ella.
Uvas y queso, uvas y queso:
olivos tan firmes, lustrosos y verdes como los pechos de la hija de un dios de los rios,
nadando entre cristalinas aguas.
Plata y negro
en el tatuaje del delicado tronco, y junto a la raíz bañada por la corriente del rio el satinado pez está de luto.
De pronto, el viento cesa,
las nubes se tornan como tinta, y el cielo se encapota en silencio.
¡Qué hermoso el grito de la ninfa
que le da al joven manzano su silencio!
Johann R. Bach
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