26 dic 2013

Ya sólo nos queda recordar el crujido de la madera y la oscuridad bajo la escalera


KATRINA BLUES

¡Katrina!

Nunca dejaste caer tanta agua
sobre esta ciudad.

¿Qué pretendes hacer aquí, donde es tanta la indigencia, y son tantos los seres que, a pesar de todo, creen en la música

único bien que poseen
en este New Orleans ya lleno de penas?

¿Qué vienes a hacer sobre estas casas,
en las que no estamos seguros ni ante nuestra propia vida, en las que vivimos como fugitivos junto a la huida, que ha entrado con nosotros?

¿Qué has venido a hacer Katrina
sobre nosotros, que estamos cansados y hemos dejado nuestro coraje fuera, en calles inundadas, asustadas?

¿Qué quieres de nuestros pequeños huertos,
que son más viejos que el más viejo de nosotros?

¿Tienes algún recado
para las cenizas de quienes hemos resistido, harmónica en mano, a tu huracanada violencia?

¿Por qué interrumpes
la melodía de todos esos viejos en su recordar inacabable? Los niños se han despertado y se sorprenden, y

hay como una cólera
en el aire que la madre no puede disipar. Ella estrecha los pequeños rostros, uno tras otro, sobre sus rodillas, pero cada rostro sabe y ya nada podrá ser como antes.

Había vida en New Orleans
y en los intersticios de la muerte antes de que tú vinieras. Sí, mucho antes de que llegases junto a nosotros había ya

dolores de todos los tamaños
y música de blues como única fuente de felicidad.

Ahora ya sólo nos queda recordar
el crujido de la madera y la oscuridad bajo la escalera mezclándose con las notas roncas de nuestras voces como un contrabajo desafinado.

Con todo el blues no traza fronteras
ni límites frente al bien y el mal, y frente a lo desconocido y sigue ahuyentando a los fantasmas en los espacios vacios, en nuestras habitaciones y a medianoche.

                                                          Johann R. Bach

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