24 dic 2013

Medicinas para acompañar la Navidad

Es Navidad también

en el espacio exterior

 

En la Sala Social del hospital

a hora convenida se llenó de jilgueros eufóricos; con música,  bajo por la escalera y subo por la rampa trasera para dejar en el armario de recepción mi segunda piel de cuero.

 

Oía sus cantos y encuentré

a todos transformados en Einsteins, Kants, Laplaces, Cauchys… Se alternaban en diálogo biólogo-semiótico sobre numerosas estrellas, entre caviar y vinos, con música de vals de fondo.

 

Hablaban con dulce encono

de la capacidad respiratoria del Tiranosaurus Rex  y otras criaturas antediluvianas perdidas en la noche auriñaciense

 

Y todos en gramática armonía

estaban convencidos de su brillante futuro como científicos que apenas habían superado los ochenta años.

 

Desdeñé las galletas,

pero no al anfitrión de apenas ochenta y dos años, maestro de la poesía y del amor.

                                                                             Johann R. Bach

 

Durante muchos años me obligaron a vivir la Navidad como una obligación, como una fiesta necesaria, como una fecha en la que todos debíamos participar de una manera u otra. Yo me sentía agobiada como otras niñas, pero no podía ocultar mi disgusto. La melancolía se apoderaba de mí año tras año y la música de los villancicos invadiendo las calles se me hacía insoportable.

 

En alguna ocasión llegué a pensar si ese ambiente se produciría también en Marte. Ahora puedo afirmar que sí; que el día que el género humano colonice Marte también se celebrará la Navidad. Existe –creo- una necesidad de una fiesta de vez en cuando para romper la monotonía y hacer que la gente no se sienta tan sola, aunque sólo sea puramente formal. La fiesta de fiestas es la Navidad u otras fiestas coincidentes en esas fechas. Es una referencia que ha quedado impregnada en la humanidad sobre todo si hay vino y manjares a la vista.

 

El Hospital tampoco ha escapado a esa costumbre. Es más, todo el personal la espera porque supone un relajamiento en la disciplina del trabajo y en la que muchos la aprovechan para romper algunos límites del comportamiento regulado estrictamente.

 

Los niños hacen su propia fiesta, programada con gran cuidado al objeto de lograr con ella una mayor socialización futura. Se les enseña a preparar juegos y a participar ampliamente en su planificación aunque sigue habiendo niños que se tornan melancólicos frente a la alegría artificial –a hora convenida- porque el día y la noche han perdido sentido en este espacio.

 

La celebración de la Navidad en el Hospital produce los mismos efectos de siempre: indigestiones debidas a las comilonas, insomnio por exceso de acidez con "noches" completas en blanco o despertares con náuseas a las tres de la "mañana". A nivel psíquico en general –por consumo de alcohol- se producen situaciones de euforia colectiva, pero también melancolía en espíritus rebeldes y sensibles a los excesos de ruido y/o algarabías.

 

Yo intento ser diplomática con los mayores y amorosa con los pequeños. Empleo mucho más tiempo jugando con los niños que "discutiendo" con los mayores.
 
(del cap. 33 de la novela "Niños a la Deriva" de Johann R. Bach)

 

Medicinas para la Navidad

 

Después de una gran comilona: LYCOPODIUM

Despertar a la 3.00 h. con náuseas: KALIUM CARBONICUM

Exceso de alcohol: NUX VOMICA

Tristeza por la desaparición de un ser querido: IGNATIA
Noches en blanco: LUESINUM

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