25 dic 2013

Si tan fácil es nacer ¿por qué no nacen las uvas más que a la luz de un junio...?

LAS UVAS Y SU NAVIDAD

 

¿Cómo podrá saber su afán el racimo?

¿Y cómo qué cantidad de luz necesita y por qué se oculta bajos las hojas de la parra?

 

¿Cómo resiste el relente

en la oscuridad de una noche tan ciega que acaba por consumirse y finalmente el brillo de su piel se confunde con el alba?

 

¿Cuántos olivos y almendros

han de agitar sus ramas sobre el viento para crear de nuevo lo creado sobre otra plenitud más acabada?

 

¿Cuándo el tejo sabe

que una de sus ramas variará su tropismo para hundirse en la tierra como un esqueje milagroso y dar paso así a su eternidad?

 

Si es tan fácil nacer,

¿por qué no nacen las uvas más que al alba y la luz de un junio y las estrellas sólo en la noche clara que las llama?

 

No necesitan nada:

son creadas, sólo su afán les vale la existencia, sólo su soledad, porque nacieron tantas veces seguidas de tantos veranos, que una más es su vida.

 

¿Quién las nace,

cómo pueden saber cuál es el septiembre entre todos los meses del año, cuál es el tributo que han de entregar a los gorriones, cuál es la muerte al fin, cuál es la palabra que las ha de convertir en la sangre de La Navidad?

 

No necesitan nada,

simplemente despiertan y al final de la primavera amanecen como el chirrido de un gallo de veleta que siempre anuncia al viento y lo reparte y es el alba otra vez y es la existencia.

 

Pero aun así los junios no se juntan:

¿cómo podrá saber su afán el racimo?

 

                                                                             Johann R. Bach

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