EL ROBLE DE GOETHE ARDIENDO
Derrotado de luz,
como un poeta al que tan sólo el tiempo ha derrotado, cae al fin el roble como un cuerpo al infinito fragor de su penúltima batalla.
Y es un cadáver vivo
que aún conserva la mansedumbre triste de los seres destinados al fuego, la nobleza de haber visto en sus ojos tanto cielo.
Derrotado su afán,
al fin, su tronco -y sus extremidades las ramas- será dios en la hoguera más humilde y alzará en su agonía una oración con que arrojar la luz que tantos años atesoró su madera: grito eterno que
hará voz del silencio,
como un coro en el viento solemne de la noche. Y al incendio de todos sus recuerdos acudirán las bocas de otros cantos como en Navidad los villancicos,
acudirán los nombres
que ya nadie pronunciará por él.
Y esta guerra
será al fin su victoria más temida. Será su vuelo manco hasta la tierra donde ya duermen todas sus raíces.
Todo lo asume el fuego
y su ceniza será fría en el mármol de su tumba como esa noche gris que ha consumido toda su luz ardiendo con su cuerpo.
Todo lo asume el fuego y lo consagra.
Todo lo purifica la llama
y en el humo su luz de nuevo buscará otra sombra que habitar en silencio, otra morada donde dioses antiguos ya le aguardan.
Johann R. Bach
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