19 abr 2013

SIETE HERMANOS

          SIETE HERMANOS EN TOTAL

 

Unos cuantos cipreses flacos

clavados a la cuesta y el mar gris, con barcas aquí y allá. Soplaba sobre Corcubión ese aire suave precursor de fuertes tormentas y los marineros no alcanzaban a decidirse.

 

Cuando empezó a lloviznar

y la niebla llegaba al cementerio como si las lápidas de mármol estuviesen necesitadas de humedad la predicción se iba consolidando:

 

Sabíamos que a la siguiente aurora

nada nos quedaría, ni la mujer que bebía sueño a nuestra vera ni la memoria de que fuimos hombres una vez, nada ya a la siguiente aurora.

 

"Aquel viento nos recordaba la primavera"

decía mi amiga caminando a mi lado, colgada del brazo, mientras miraba a lo lejos, "la primavera que caería de pronto en pleno invierno sobre las negras aguas en altamar. Tan inesperada.

 

La luz se hundía

en el nublado cielo, en el aire flotaba el pesimismo marinero y nadie decidía nada. Nada nos quedaría a la siguiente aurora, todo habría quedado a merced del mar, incluso nuestras manos.

 

Tantos años han pasado.

Una marcha fúnebre surgía de la delgada lluvia. ¿Cómo se puede borrar el cuerpo de un hombre y su sombra de la faz de la tierra mientras persiste su memoria?

 

Y para quienes lo han pensado

-familiares y amigos- es como el recuerdo de viejas crónicas. Así cuando te preguntan cuántos hermanos sois siempre respondes que sois siete: dos están embarcados, dos en Argentina y dos en el cementerio. Contigo, siete en total.

 

Cuando intentan corregir tus cuentas

y te dicen que sois cinco, tú, con la seguridad de tener tus pies sólidamente en la arena y el rostro levantado frente al mar, repites que sois siete hermanos.

 

Vamos hija,

ya me harté del ocaso, de este juego de la vida, vámonos a casa, cántame aquella canción que te enseñé; vámonos a casa y encendamos la luz.

 

                                                                                  Johann R. Bach

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