18 abr 2013

DE VIENA A PALMA

              DE VIENA A PALMA

 

                                                                  Austria. Pueblecito junto a un lago

 

¿Te acuerdas de los amaneceres en Sóller?

 

Los primeros rayos de luz rosa

ocupaban tempranamente las cumbres de la Serra de Tramuntana y poco después se llenaban las laderas de húmedos lagartos mientras los erizos seguían aguardando en el fondo marino a que la corriente cálida les despertara.

 

Te enviaré –dijiste- una postal

desde esas otras cumbres cubiertas de nieve de las montañas austríacas. Me gusta –solías decir- el contraste de imágenes e imágenes.

 

El tiempo en Viena se detiene

mientras las piedras desmoronadas sobre piedras se han congelado entre las aguas diamantinas fijando los colores de la postal.

 

En el espacio de la desolación,

el viento atraviesa los muros y las cumbres; sobrevuela las harinosas capas y las deposita suavemente sobre el paisaje como polvo de estrellas haciéndote añorar las cálidas arenas.

 

Sé que darías todo el aire por un grito,

la posesión de tu reino por un solo gemido arrancado del tambor acariciado -la piel tendida- por tus dedos.

 

Al pie de esas rosadas cumbres

te espera el azur separado por una línea del cobalto en el momento en que nace la luz y Poseidón hace su siesta. 

 

A su lado se agita sin cesar un diablillo;

flota en torno a tus islas como un aire imparable; cuando lo respires te sentirás abrasar tus pulmones llenos de un ansia sin final y en cierta medida culpable.

 

Has estado demasiado tiempo

lejos del archipiélago. Ese pequeño diablo sabe tu amor por el Arte, se viste con figuras que fingen ser seductoras mujeres y

 

con ruines pretextos de aliviar tu corazón

acostumbra tus labios a los filtros poderosos que te han de llevar de vuelta a S'Arenal.

                                                                                        Johann R. Bach

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