24 ago 2012

Cap 4 de LAS PUERTAS DEL MONASTERIO. (cont)

                                               EN EL CEMENTERIO DE PÈRE LACHAISE

 

                        CHOPIN

 

El cielo de París pocas veces es azul

y la dulzura de la lluvia perfecciona

el paisaje de Père Lachaise.

Toda la mansedumbre de los mundos

aquí se olvidan de volcanes y terremotos.

 

Nosotras, cantantes amorosas

no nos olvidamos y los escribimos

con tinta negra sobre el pentagrama.

Oscura, moribunda defraudada, su tumba

se oculta entre la niebla y el recuerdo.

 

Su música sigue iluminando las aguas

 

del Lago de los Sueños, bañando

las arenas de su amada Valldemossa

desde el umbral solitario de ese mármol

que lentamente se desnuda bajo

la negación eterna.

 

Sus notas, reliquias sonoras viajan por el mundo,

 

sus inscripciones sangran y maldicen

la cruz de su sepulcro.

Sus manos están grises y su frente,

alisada por decenas de años dulcemente,

es acariciada por la música de sus sienes.

 

Su belleza desnuda se recoge

 

en bellísimos compases nocturnos,

guardados en la memoria de pianos

iglesias y salas de conciertos;

y, los verdes cirios (que colocamos nosotras)

arden como en el valle mallorquín

 

de la aurora olvidada.

                                                 Sylvia M. Folch

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