18 mar 2015

La fatiga le hace ver a los otros corredores como una manada de caballos salvajes

CORRER JUNTO AL MAR

El corredor de fondo siente a menudo,
llegando por su espalda, como el poniente coloca ya medallas rojas en la corteza de sus hombros bastante antes de llegar a la meta.

La fatiga le hace ver a los otros corredores
como una manada de caballos salvajes que le pisan los talones y pronto, al desplomarse, le darán alcance  

con ese retumbante rumor lírico
que Homero fue el primero en describir.

En la orilla mojada de la arena
le parece ver las huellas de su amada como si por el aire pasara una dorada sombra de su cuerpo.

En realidad siempre fue de ella el aviso,
con gesticulación de sordomudo, del mar.

Idealizaba
-ese amasijo de músculos entrenados para la carrera- aquella soledad de escuchar música o leer, de vagar en invierno junto al mar;

Creía que el litio y el berilio
acudirían eternamente a su cerebro envueltos en paquetes atados con hilos de cobre y aluminio y su correspondiente etiqueta de fragilidad;

no quería hacer caso de esa ley del azar
que es la soledad un laberinto injusto; un no tener medios de supervivencia y sobrarte el miedo.

Ahora ve que la soledad es el sexo,
una extraña pista falsa que conduce al más cruel de los espejos y es el constatar todo lo que no se ha vivido.

                                                                Johann R. Bach


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