19 may 2013

ES EL SEXO PURO Y DURO

    LA DIRECTORA DE CINE

 

Me cansé de las subvenciones de Berlín.

Llegué a Shanghai con Natalia. Sí, sí, con Natalia Carol la gran vedette. Conseguí trabajo, gracias a ella, en dos películas. Luego otra en Pekín. Con ese curriculum me fue fácil colocarme otra vez en París.

 

Hemos ganado dinero juntas;

podríamos estar satisfechas y, sin embargo, cada una por motivos diferentes no estamos en una alegre burbuja: Natalia me enseña cada día uno de los –por lo menos- diez abrigos de piel que posee. Incluso me anima a follar sobre la suavidad de esas prendas.

 

Hay uno del que está especialmente orgullosa.

Matan a las madres y les arrancan del vientre los cachorros en gestación. Luego les arrancan la piel a los cachorros aún vivos. Al parecer, gracias a ello las pieles brillan con especial belleza.

 

Para confeccionar un abrigo

hacen falta muchas pieles de cachorros arrancados del vientre de sus madres. Un abrigo de ese tipo cuesta unos cien mil euros. Hay pocos ejemplares. ¡Gracias a Dios!

 

Además de su manía por las pieles,

colecciona vestidos, zapatos, bolsos de piel de cocodrilo, y sobre todo diamantes. Muchos. Si son grandes mejor porque una piedra preciosa de cincuenta gramos –por una extraña ley matemática- vale más que dos de veinticinco. A veces se los cuelga hasta para desayunar.

 

Me da pena.

Si fuera unos cuantos años más joven, no necesitaría toda esa bisutería. A veces ella me lo confiesa, sin venir a cuento, llorando.

 

Cuando vayas a Londres

–me dijo al despedirse-, te instalarás en mi casa al lado de Hyde Park; te iré a buscar al aeropuerto con mi Rolls Royce. Todo en ella se desarrolla "ad pompam vel ostentationem" .

 

Hay un funcionario mierdoso

que tiene la jeta de preguntarme –en francés-, una y otra vez, si estaría dispuesta a rodar otra vez en Berlín. Yo le contesto lo más agriamente posible para ver si se cansa y no molesta más: "Por más dinero que me paguéis, prefiero rodar la película más cochambrosa a poner los pies en ese cementerio.

 

Ahora también puedo permitirme

rechazar las lamentables ofertas de películas alemanas. Los italianos me dan a elegir cada semana entre treinta películas. Y yo acepto aquella que más me apetece.

 

Actualmente se ruedan muchas películas

ambientadas en burdeles masculinos de países exóticos. Para protegernos de los posibles robos y asaltos de esas peligrosas poblaciones ambulantes dormimos todos juntos en una sola habitación –la más grande que haya en el hotel- por lo que no es raro que acabemos follando unos con otros, todos los que trabajamos en los rodajes.

 

Es el sexo puro y duro.

No hay lugar para el enamoramiento. Cuando alguien se suicida lo damos como una cosa natural.

                                                                                  Johann R. Bach

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