9 mar 2016

Dormida, sí, en la pregunta de tus ojos, en la claridad de tu cuerpo.


AUTORRETRATO

Me desperté sobresaltada,
los finos hilos de mi hamaca tintineaban como cascabeles, un suave viento cálido llegaba desde la cocina. Me descolgué hasta la parte superior de la puerta y me colé siguiendo el camino marcado por el aroma del café.

Era extrañísimo verla fumar.
¿Puede haber mejor y más breve trazo para describir a Emilia? De todo lo que he narrado sobre ella nada más elocuente que ver cómo el humo del cigarrillo se elevaba hacia el techo como por una orden de sus suspiros.

Adiviné de inmediato

lo que pasaba por su mente: Se sentía cómo si cruzara una calle, cómo si no hubiera hecho otra cosa en los últimos cinco años. Se sentó en una silla y aún sosteniendo entre los dedos de su mano izquierda el cigarrillo apuró el café de la taza hasta la última gota. Luego tomó su cuaderno y escribió un texto que me pareció un autorretrato y que reproduzco literalmente:

En una corta noche báltica
de julio soñaste otra vez que yacías sobre la fría roca como en una camilla depositada ya como un mueble. Tus propios gritos te despertaron.

La luz penetraba cenitalmente
sobre las sábanas empapadas de sudor; sólo eran las cuatro de la mañana, el aire se había detenido y en tu mente aún resonaban palabras:

¡Venid a mirar conmigo –decías-
cómo era su extraña pureza! Dormida, un palacio de aluminio sin llaves.

Dormida, sí,
en la pregunta de tus ojos, en la claridad de tu cuerpo. Y entre tu boca y tus cabellos flotaba la música en tus sienes, iluminada entre tus luces juveniles, resbalando por tus suavidades ya sin vello el olor a violetas.

El color cobrizo
de tus hombros y tus senos de jardín hacían juego con tu frente de imposible, tus amarillas manos y tu sol desvanecido.

Sola de amor y de brazos
frente a una costa de adularias áridas, junto al mar de doliente senecio sostienes tu recuerdo.

Repartida en el cielo sonríes
y tus imágenes cromáticas difunden una vida de tenue transformación  de eternidad pálida.

                                                              Johann R. Bach

2 comentarios:

  1. COMENTARIO DE PATRICIA

    De una soledad presente y futura que tiende a morir entre sus pensamientos y abrazos...
    Triste, pero un camino que hay que cruzar y pasar para poder llegar al otro lado.
    Triste !!!!

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  2. Mortalmente bello,cada palabra un escalofrío puro,poético

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