8 mar 2016

¿Qué hacer en el Día de la Mujer?


DOS ENTRADAS PARA EL CAFÉ-TEATRO

Pierre se había presentado en casa de Emilia
sin avisar a las once de la mañana. La puerta no estaba cerrada con llave, así que había entrado sorprendiéndonos a Emilia y a mí. Aunque yo cuento poco, no sólo por mi tamaño de araña, sino porque mi único papel en esta historia es la de narradora.

Emilia se hallaba sentada
en su diminuta cocina, desayunando y leyendo el periódico. No cabía ni un solo plato más en el fregadero. Sobre la encimera se podía contemplar una sucesión de latas de conserva, botellas, ristras de cebollas, pan mohoso, cacerolas tiñosas y sobres con facturas sin abrir.

Pierre, mirando aquel conglomerado de reojo,
pensó que se parecía a una pintura surrealista que acababa de comprar en el "Marché aux Pouces". Emilia se quitó las gafas cuando él entró. Como la había pillado por sorpresa, su aspecto era espantoso. El cabello castaño, necesitado de un corte, estaba sucio y le colgaba en mechones apelmazado a ambos lados de la cabeza.

Tenía el cutis grasiento,
el cardigán viejo y dado de sí estaba del revés. El jersey que asomaba debajo le estaba demasiado ceñido y demasiado corto, y llevaba la falda torcida, y no muy limpia. Llevaba puestos los calcetines que usaba para dormir. Se encorvó, frunciendo el ceño y mirándole con furia como si le hubiera picado una cantárida –ya sabéis una de esas moscas cojoneras que de vez en cuando forma parte de los desayunos de las arañas.

Sus ojos parecían dos hendiduras más
entre las resecas patas de gallo. Las costosas lentes de contacto no habían funcionado. Ella pensó que, puesto que la había pillado por sorpresa y con aquella facha, no le quedaba otra que actuar con orgullo.

Pierre, oliendo a loción de afeitar,
había ocupado una silla sobre la que previamente había colocado una bolsa que había cogido del aparador y que parecía limpia. Intentó balancear la silla hacia atrás. Las patas se despegaron a regañadientes al tiempo que emitían un sonido de succión de la costra pegajosa del suelo. Pierre llevaba un traje azul oscuro con una camisa rosa casi fucsia y una corbata amarillo ocre con un estampado de pequeñas fresas.

Su pelo rizado, más oscuro que el de ella,
sin canas en las sienes, y con un rizo más cerrado que el de su exmarido, resplandecía de vitalidad. Sus labios, carnosos y rojos, estaban húmedos. El frío de la calle había teñido de rojo sus mofletes.

Ella no sabía qué decir.
Él viéndola turbada comenzó a hablar… y a dar órdenes…

Te voy a decir lo que vamos a hacer
–le dijo en tono cariñoso- y… no admito que me lleves la contraria: Te vas directamente a la ducha, te vas a poner guapa mientras yo voy a limpiar esta cocina, así que me vas a dar uno de tus pijamas para meterme en tarea. Luego vamos a ir al restaurante "Au Petit Pucet". Allí comeremos un menú baratito y ligero y después iremos a ver un monólogo en un café-teatro en "Les Grands Boulevards".

Mira ¿Ves? Aquí tengo las dos entradas.
Lo que hemos de hacer con el resto de la noche es cosa que discutiremos luego y sin la presencia de nadie que no seamos tú y yo.

                                                                 Johann R. Bach

5 comentarios:

  1. Rosalva M P
    20:50 (fa 2 minuts)

    Lo que tu digas Pierre, por este momento, solo por ser tú.

    ResponderEliminar
  2. Emilia sí que necesitaba un ejército de comandantes para hacerla reaccionar desde hace un tiempo por lo que observo.... Menos mal que apareció Pierre para ponerla un poco al día.
    Aunque la ropa que llevaba Pierre era un poco llamativa y peculiar , no?
    Encantadora la lectura de hoy Doña Araña.

    ResponderEliminar
  3. KARI NA
    21:57

    Jijiiiii... Me encantó!! .

    ResponderEliminar
  4. XANA GARCÍA
    1:13 (fa 20 minuts)

    "Allí comeremos un menú baratito y ligero y después iremos a ver un monólogo en un café-teatro en “Les Grands Boulevards”." Mira ¿Ves? Aquí tengo las dos entradas."
    Lo que hemos de hacer con el resto de la noche es cosa que discutiremos luego y sin la presencia de nadie que no seamos tú y yo. " El aspecto dantesco de dejadez absoluta de Emilia así como el de su casa, no es sino el reflejo del estado psicológico de hundimiento absoluto en el que se halla. Pierre afronta esta situación con la naturalidad que aún hoy en día es una inversión de roles,no hay reproches,sólo el empuje necesario lleno ternura ,para que Emilia reaccione , y salga de si misma con él a la vida. La narración del caos es tremendamente brillante, al igual que el emotivo final.Me encanta este¿Qué hacer en el Día de la Mujer? y su primer y más importante eslabón:"ponerse en el lugar del otro/otra"

    ResponderEliminar
  5. Pilar Dehesa
    Ahir a les 23:24

    ohhhh que bien ese hombre si sabe lo que es ser un gran galán!! me encanto tu narración es estupenda!! un gusto saludarte como siempre

    ResponderEliminar