18 jun 2014

Borracho de pena a cavilar me siento: mirando como el sol ennegrece la piel de las nubes

CUANDO YA NI GUSTAS DEVORAR PAISAJES

 

Descontrolada,

la ambición de poseer roe nuestros tejidos, deteniéndose a lamer chuletas de cabrito en importantes restaurantes y devorar paisajes como postres.

 

Esos descubridores de cumbres volcánicas

y mediterráneos, quienes más se deleitan en vagar entre los castillos de los más íntimos parajes del valle del Loira o del Lago Thun,

 

que no hay,

gracias al Cielo, ningún sitio como el hogar; así que una y otra vez de viaje salen.

 

La belleza proporciona a algunos la evasión,

quienes una felicidad ganan en observar las espléndidas nalgas de las mujeres en la playa o los atardeceres otoñales tan deliciosamente moribundos.

 

Otros a mejores mundos que éste

montan en alas tan frágiles y neblinosas como el absolutamente transitorio beso de la pasión…

 

Mas yo, excesivamente racional

(nunca en mi juventud) para vivir sólo donde corporalmente estoy, sólo puedo ofrecer

 

mi mejor sonrisa;

 

sólo puedo sorber mi soledad

trago a trago. Borracho de pena a cavilar me siento; mirando como el sol ennegrece la piel de las nubes.

 

¡Pues rebosa mi barreño

de melancólicos licores!


                                                Johann R. Bach

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