Amores en otros mares
Hola amor
Supongo que a estas alturas sabrás
quién es quién en el cielo.
Que sabrás trazarme un mapa
de infinitos caminos entre las estrellas para llegar desde mi mar al tuyo, y tejer una escalera trenzada desde la cola de un cometa , hasta tu ventana.
Sabrás también que hay un nuevo signo zodiaco
olvidado por algunos astrónomos y querido por otros que coincide en mi onomástica,
con lo cual de doce, pasamos a trece.
Sin menospreciar el número de San Antonio,
patrón de los enamorados, o enamoradizos. ¡Sonríe por favor!.
Sabrás mi amor
que te imaginé en tu playa, con los pies descalzos sobre la arena disfrutando del Sol, y que la infinidad de números múltiplos de doce hacen un laberinto de castillos de arena a tu alrededor.
Besos
Ana Carenina
Hola mi querida Ana
Las puertas más dignas de tu nombre
son las que más se recuerdan ("…una escalera trenzada…") cuando se cierran. Son también las más dolorosas hasta cuando deseamos borrarlas de tu pasado.
En cada carta que escribes
dejas un puñado de sílabas que olvidar se hace imposible. En ellas resbala y se acumula todo cuanto nace de tu impetuoso deseo.
Páginas de tu vida o desván.
Años después,
alguien leerá aquellas palabras dictadas por la pasión. Palabras ya limpias, despojadas de impurezas.
Pero la mayor alegría llegará
cuando tropiece –el furtivo lector- con esas frases finales escritas como de milagro (…"te imaginé en tu playa…")
por el puro placer de la escritura,
esas frases que no dicen nada,
ni quieren decir nada -al lector profano-, que no se relacionan con nada ni aspiran a ser más de lo que son,
que no tienen otro designio
que estar ahí por el puro placer de ser reflejo de una explosión o grito de júbilo de tu ser:
sólo un suspiro que cayó sobre el papel.
Johann R. Bach
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