21 dic 2013

La Calle Pelayo se llenó de mirones... los grises la emprendieron con ellos.

           AMOR Y GUERRA

 

El día y la hora de la cita en Barcelona

no quedaban a la expectativa como la otra vez. Estaban claros. Se trataba en realidad de una convocatoria.

 

Allí sentados en la terraza del Estudiantil

 Guillermina Motta y Serrat simulaban tranquilidad, una nube de "grises" entristecía aún más la luz de la Plaza de la Universidad,

 

Marta Guillamón escribía

en su cuaderno: hay que ponerlo todo por escrito como si fuera oralmente…

 

aquí se va a armar la de Troya,

 

pero hay que prestar atención

al instante mismo en que la locura sin fin ofrece la mano a la esperanza; ya que es posible que la locura siga esperando, del mismo modo que a los ángeles se les niegan las lágrimas…

 

Montserrat Roig habla con Carbonell

en la esquina de la Calle Pelayo; el color rojo de su vestido es provocativo, pero –dice- el color negro adelgaza la figura, sobre todo cuando estás de espaldas al piano.

 

Marta Guillamón creía

que no acudiría nadie,

 

pero esta vez se equivocaba, los gritos

procedían de la Calle Aribau, la masa gris corría hacia allí destrozando el alquitrán, buscando a la fiera.

 

Otra cabeza de combativos estudiantes

bajaba por la Calle Balmes cantando "No nos vencerán" se apoyaban en la columna del presente inexistente y mientras pasaban por el tamiz de la violencia,

 

Marta escribía: "esto es"…

"la sensibilidad de la muerte -del Régimen- encarnada y por lo tanto mortal, sufre con la inmortal crudeza del cuerpo…

 

este año los árboles dieron ya fruto dos veces…

también las mentiras tienen ya tanto fruto que la vida se hace insoportable…"

 

Por la Gran Vía se acerca otra manifestación

procedente de la Plaça Espanya. Dos grises se llevaban detenida a una chica de Filosofía

 

Mariano, Aisa, Blanes y Manuel se enfrentan

a ellos; la liberan: era la Fina, combativa como su sexo.

 

Por la Ronda de Sant Antoni

se acercaba otra manifestación gritando "Libertad".

 

Marta escribe entonces:

"Esto ya es Troya".

 

La Calle Pelayo se llenó de mirones,

huyeron despavoridos hacia la Plaça Catalunya; los grises la emprendieron con ellos.

 

En realidad limpiaban la calle

para batirse en retirada: aquella vez perdieron. En el cuaderno Marta garabateó:

 

¡Tanto como has ansiado:

ahora mismo, ahora mismo, y, en cambio, acontecerá cuando de ti no quede nada!

 

Es como si el destino mismo fuera fatalista

y por eso muchos se sienten aplastados… por la nada vallada. Y, sin embargo, Marta Guillamón pasaba por encima… y

 

aquella noche

enseñando sus almohadas vivas dijo:

 

"¡bésame donde la columna vertebral acaba!"…
 

                                                                            Johann R. Bach

 

 

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