19 dic 2013

Homero no se cansaba de advertir a los hombres que vivían en aquellos "tiempos degenerados"

MARIBEL Y SU HERNIA DE HIATO

                                                                               Belén de Antoni Casulleras

A Maribel le extrañaba

que los coetáneos de Homero fueran llamativos ejemplos de abusos de ingesta de vinos mezclados con gomas y especias,

 

pero encontraba normal comer

un caldo cargado de carne magra, costillas de cordero a la brasa de segundo plato, un plátano y un flan como postre y, para finalizar,

 

un trozo de tarta de manzana,

un chupito de melocotón y un café acompañado de una copa de Coñac o de Armañac.

 

Homero no se cansaba de advertir

a los hombres que vivían en aquellos "tiempos degenerados", aunque, precisamente por ser degenerados,

 

el poeta pudo ganarse el sustento mendigando,

notable ejemplo, dicho sea de paso, de cómo a veces se devuelve bien por mal porque si se lo hubieran prohibido sin duda se habría muerto de hambre.

 

Maribel, experta en fitoterapia

y otras terapias alternativas se despertó en un noche de San Esteban, hacia las tres de la mañana.

 

Las gotitas de sudor frío

se paseaban por su frente produciéndole mareo y eructos producto de alimentos no digeridos.

 

El reflujo de los gases

de la mala asimilación de una ingesta abusiva le producía un malestar que sólo se aliviaba al sentarse en la cama, apoyando los antebrazos sobre las rodillas.

 

Maribel, pasado el primer susto,

fue a la cocina, se tomó una gran taza de una infusión de manzanilla romana y se volvió a dormir.

 

El sueño, lejos de ser apacible,

se convirtió en una angustiosa pesadilla: soñó que era como una hoja que se había desprendido de un árbol y,

 

ya en vuelo,

parecía decir que quería caer al suelo, pero esa eventualidad no llegaba nunca.

 

El viento del oeste se levantaba

y la hacía girar hacia el este en la misma forma que Pearl S. Buck supo describir en sus libros el punto justo en que se encuentran las civilizaciones oriental y occidental.

 

¿Era sensato que la dirección

de la hoja se torciera tan bruscamente?

 

En el sueño,

con fuerzas parejas se enfrentaban ambos vientos y la hoja comenzaba a pensar que lo inteligente era dejar en suspenso su decisión de caer al suelo.

 

Al cabo de un rato los vientos se aplacaron,

y la hoja, contenta, exclamaba: he decidido caer al suelo directa, en picado. Maribel despertó.

 

Estaba en la cama boca arriba

con las piernas abiertas de par en par, no por algún deseo erótico, sino debido a una gran inflamación del abdomen.

 

En esa postura

los gases acumulados a lo largo de su tubo digestivo resultaban menos dolorosos.

 

Los gases explicaban la pesadilla del vuelo.

A partir de aquella noche de San Esteban Maribel decidió moderarse en la comida y a tener cuidado con las infusiones de manzanilla.

 

FELIZ NAVIDAD

 

                                                                     Johann R. Bach

No hay comentarios:

Publicar un comentario