13 nov 2013

el silbido de la locomotora mezclado con el humo también les envia saludos

EL HUMO DE LA MELANCOLÍA

 

Como en una locomotora de vapor

que resopla y echa humo, ordena al ingeniero y sus ayudantes echar carbón en abundancia; cerrar las válvulas y pasar lo más deprisa que se pueda sobre el puente del Leteo.

 

Repite en tu interior

con la misma presión del vapor sobre la caldera: ¡No vayas, no vayas hacia el olvido! No exprimas la Capucha del monje (el Acónito), tenaz en sus raíces,

 

el vino ponzoñoso,

empecinado en sobrevivir en las cumbres nevadas amparado solamente en el color azul de sus pétalos.

 

No expongas tu pálida frente

al rojo beso letal de la belladona o al dolor de la dulcamara sin antes asegurarte que las válvulas se abrirán para dejar escapar la fiebre agazapada a su humo.

 

Quizá te puede apetecer alejarte

del agitado mundo de hoy en día y hacer un viaje lento y relajado a lomos del Viejo Tren de los Sueños. En ese caso, cierra los ojos y súbete a los antiguos silbidos que flotan sin necesidad de catenaria.

 

No hagas tu rosario

de escarabajos de té -Blatta orientalis- escondidos en las plantaciones de Ceilán ni le expliques tus penas a los murciélagos pues las sombras se acurrucan junto a tus sombras como un sueño excesivo.

 

Ármate de valor.

Aprovechando la breve parada en la llanura, cuando el acceso de melancolía caiga y desde el cielo la humedad, como de llorosa nube, atraviese el humo que se disipa bajo las ruedas de la locomotora

 

reanima tu abatida cabeza

cargada de flores con una gota de vinagre sobre tus labios y oculta el verdor de la colina, aunque sea momentáneamente con una rosa de la mañana.

 

Envía a la melancolía

a su residencia de verano. En este año ya no tiene lugar desde donde contaminar tu fino paladar después del estallido de las Uvas de la Alegría sobre tu lengua.

 

Copia la actividad

del único tren de vapor que funciona casi todo el año -a pesar de la invasión de las catenarias conectadas a las centrales nucleares-, en la compañía privada Ferrocarriles Oigawa, en la prefectura de Shizuoka.

 

Ese tren, como el Viejo Tren de los Sueños

va lleno incluso en días laborables de familias y aficionados a este tipo de transporte.

 

A ti poco te importa que los vagones de pasajeros

no tengan aire acondicionado, así que, durante el viaje, al abrir las ventanillas se puede contemplar

 

la mezcla de paisajes reales

con las victorias virtuales arrancadas a la melancolía de los campos de té, típicos del paisaje de Shizuoka.

 

Aspira el aire en el interior de los vagones

y siente como la locomotora de vapor desata su poder secreto que consiste en crear un sentimiento de camaradería entre los viajeros, aunque estos no se conozcan. Embriágate de él.

 

A la hora de la salida

suena un silbido, las alegrías se desatan, salen nubes de humo, y las grandes ruedas de hierro comienzan a rodar desde la estación de Kanaya. Es otro de tus viajes placenteros.

 

En el camino,

cuando el tren retumba sobre los puentes de hierro, los adultos y los niños de las riberas del río, miran hacia arriba y dicen adiós con sus manos al aire como desde el primer día que vieron un tren.

 

Los pasajeros les contestan

y el silbido de la locomotora mezclado con el humo también les envía saludos mientras se aleja de su vista.

 

El final de trayecto

está en la estación de Senzu, a 39,5 km., un viaje de 82 min. por el valle del río Oi un paisaje idílico.

 

Entrando en la estación de Shin-Kanaya,

donde muchos pasajeros y aficionados a los trenes están esperando como tú, deshacerse de los malos presagios, después de haber tocado sus sueños.

                                                              Johann R. Bach

 

 

1 comentario:

  1. Prepárate para ver mundo y las miradas y sonidos que te rodean.Suena el silbido y todo un mundo pasará. por tí.>_<

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