CRONICA 2 DESDE EL PARAISO
Madrid: Detalle del monumento al Ángel Caído
Ya sabéis que aquí la jornada
es de dos horas semanales y la noción de sueldo o de subvención está desapareciendo del léxico de los periodistas. Sólo a los locos, mentecatos, dementes o
poseídos que sabemos leer y escribir
se nos ocurre trabajar penosas jornadas de 40 horas semanales y algunos enfermos crónicos escriben noticias, crónicas y poemas sobrepasando hasta las 90 horas.
y es que este Paraíso es la leche.
Aquí sólo unos pocos contemplan
a los dioses, miran el espíritu puro del cielo. Los demás escuchan comunicados sobre sus milagros en la investigación de la física cuántica y la termodinámica.
También abundan los comunicados
de los políticos sobre las promesas que con el tiempo verán a Dios porque saben que eso vende, pero se guardan muy bien de decir cuándo.
De momento dan órdenes
para que a las doce del mediodía, como si fuera el ángelus, las sirenas mujan dulcemente imitando la salida de las antiguas fábricas de donde salían los proletarios celestes
llevando bajo el brazo sin garbo
sus alas como violines, sus elegantes zapatos negros combinados con deportivos blancos calcetines símbolo de pureza ideológica y sobre sus cabezas azules gorras de beisbol con visera.
Aquí aún se recuerda aquel día
en que el ángel caído, exhausto y con la serpiente enroscada entre sus piernas fue detenido bajo la sombra de la sospecha; aún todavía todo él lleno de luz.
Qué hermoso el instante
cuando cayó de rodillas con sus ojos llenos de lágrimas, encarnado en la culpa, fue esposado y con lengua vacilante entre sus dientes rotos lo confesó todo antes de ser colgado cabeza abajo.
Los hosannas se extendieron
como ya sabéis por todo el Paraíso y como era de esperar la ramita del olivo apareció en el pico de la paloma. ¡Hosanna en el Paraíso!
Esto es el Paraíso.
Desde el Paraíso
Johann R. Bach
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