14 jun 2014

En ella observé cómo acunaba el ritmo de los minutos

ME ENAMORÉ DE MERCÉ R.

 

Ambas escritoras, María Z. y Mercé R.

huyeron a Francia para salvar sus vidas.

 

Sus consignas eran idénticas.

Pero sus formas de vivirlas eran opuestas. María Z creía en la importancia de ser una gran mujer.

 

Se había forjado una leyenda

(por su fértil trabajo literario) que defendía palmo a palmo.

 

Mercé R, en cambio,

huía de todo lo que pareciera petrificación. Al leer sus novelas podía sentir en ella una voluntad deliberada de borrarse.

 

No por modestia,

sino para disfrutar mejor de todo: del instante, de una emoción, de una idea, de un encuentro, de una palabra,

 

de un juego, de la novedad…

 

En resumen, Mercé R.

era libre, mucho más que María Z. La simple lectura de sus obras me estimulaba.

 

Me sentía llena de energía

y lista para proponerle que fuésemos juntas al cine, a ver exposiciones de pintura, de fotografías,

 

para que me ayudara

a descifrar mejor las líneas maestras del porvenir…

 

y mientras el hueco timbre de sus sienes

llenaba de alarma nuestros horizontes lamíamos la pulpa del fruto y en el interior respira el misterio.

 

Sí sí. En ella observé

cómo acunaba el ritmo de los minutos para dejar pasar el tiempo del misterio,

 

pasar el tiempo…

antes de que la muerte te sorprenda sin mucho lio, sin ojos demasiado abiertos.

 

                                                            Johann R. Bach

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