EL PLANETA HABLA EN SUSURROS CON LA LUNA
¡Vaya fin de semana!
Empieza a ser una tortura
someterme a la dieta moderna: las tripas alimentadas con cantidades industriales de hidratos de carbono y grasas monohidratadas,
el cerebro, con mentiras:
pueblos elegidos bufones de una payasa,
¡en bromas,
en las estrellas, en la migración de las aves queriendo leer las propias inmundicias!
Esclavos y más esclavos de países fríos
y de países ardientes, esclavos y más esclavos sin más derechos que beber cerveza, masas de peso insectil, hambrientas, muchedumbres sobre las que vuela el látigo:
¡Se hincha entonces lo propio,
la propia pelusa, tiñosa, hasta convertirse en barba de profeta!
¡Que nadie triunfe!
Protegidos: buenos puestos
para observar el cuadrilátero donde se desarrollan las escenas divertidas y el actuar de los tribunales.
¡Si nadie triunfa!
Protegidos, pueblo de placeres,
brazaletes de chatarra, comunicaciones de banda ancha que aletean los sueños y el mundo:
pies equinos por doquier en Berlín
ven destruidos los estadios, animales apestosos pisotean los campos de altramuces de Valencia porque
su propio olor los vuelve locos.
Se invierte la medida:
el charco escruta a la fuente, el gusano, a la vara de medir, el sapo lanza su venenosa saliva a la violeta en la boca -¡Aleluya!- y restriega la panza por la grava:
¡el sendero de sapos,
monolito de la historia!
Quinientos metros de longitud
de instalaciones de la gravera de Menarguens convertidos en salas de exposiciones ante los atónitos ojos de cien mil olivos.
La rata viene –dice-
a aliviar de la peste. La alevosía canta alabanzas al asesinato en La India. Los soplones sonsacan lascivia de los salmos en el territorio de la antigua RDA.
Y este planeta habla en susurros con la luna,
después se ciñe, como un delantal, la fiesta del Corpus de La Patum en Berga alrededor de la cintura, después deja salir rosas, luego achicharra los campos de trigo,
le prohíbe escupir al Vesubio
y que convierta las nubes en lejía que apuñale y abrase la variedad de animales y plantas.
¡Ay, este juego de la tierra
con frutas y rosas queda en manos de la proliferación del mal, de la exudación de los cerebros, de
las salpicaduras de mentiras
de la garganta de la especie más depredadora que nuestro astro haya imaginado jamás:
¡Desproporcionada!
Soñar significa dejar todo esto atrás
sin haberle dado solución, las imágenes, sin afianzar, dejar quedar los sueños en la grieta entre los mundos,
abandonarlos a su suerte,
-pero actuar significa ponerse al servicio de la bajeza, prestar auxilio a la deshonra,
talar a traición la soledad,
las grandes soluciones visionarias, el anhelo de sueños (no los propios sueños) para obtener ventajas, joyas, ascensos, fama, mientras que al fín,
vacilante como una mariposa,
indiferente como un fragmento desprendido, está cerca y proclama otro sentido-
-un son, un arco, casi un salto de azul
emergió un atardecer a través de la playa en la que me encontraba-:
una canción, sólo un esbozo,
tres notas apenas y llenó tanto el espacio y tanto la noche, el jardín de visiones y creó el mundo y me acomodó la nuca en lo fluyente,
la triste debilidad sublime
del nacimiento del ser:
un son, un arco de luz azul
como el de un electrodo de soldadura, nada más: nacimiento del ser, un arco de luz, nada más,
y llevó de vuelta la medida,
abarcándolo todo: la acción, los sueños…
De una corona
de cerebros escarlatas salmuera de la materia primigenia parte todo. La variedad bastarda de los animales se pudrirá,
pues la palabra putrefacción
les olerá demasiado a cielo –ya siento la llegada de los buitres, ya pasan hambre también los halcones- …
Entretanto
las banderas cuatribarradas y castillos humanos se extienden por todo Europa
¡Vaya fin de semana!
Johann R. Bach
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