20 jun 2012

Retama en el camino junto al Lago de los Sueños

LA HOGUERA DE LA VIDA

 

Junto a ese Lago de los Sueños

hiciste de tu primer conocimiento

de la vida una hoguera;

allí ardió hecha intuición, entre rocas,

granados, membrillos, vides y pinos,

 

la semilla profunda y crepitó, ondulante, la retama

 

-con qué gotas de frescura aún;

pueriles postales barrían los ojos

y en la boca dejaban la fértil llamarada

de la alegría que penetrando las pupilas

trepaban por tu corteza hipotalámica.

 

Esa lenta ascensión de la luz

 

a caballo por las pacientes praderas

de la circunvolución del hipocampo

invitaba a la molicie, esa comodidad excesiva

en la manera de vivir de los seres vivos

-conscientes de lo fragmentario de su escala.

 

Lejos del vocerío de las calles en domingo

 

y del frío fulgor de la melancolía

llenaste tu cuenco de fragancias oscuras

y sobre la hierba dejaste de vez en cuando

una cesta de uvas maduras y goteantes.

Tras los muros secos de piedra,

 

al atardecer, la columna de un cielo cobalto

 

se desplomaba silenciosamente,

bajo la gran pupila del firmamento,

saturada de temblorosos brotes tiernos

de aquella vid con forma de caracol,

tendías tu cuerpo, libre de pesadumbre,

 

semicerrados los ojos como si dejaran de mirar

                                             el dolor y la nostalgia.               
 
            Elisa R. Bach

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