FISTERRA
¡Fisterra! ¡Al fin un lugar
donde parece que la compasión
no tiene experiencia! Un lugar,
provisto de mar, para prometer al pecado,
con el aire por testigo para
que se modifique si realizamos sus deseos.
El agua dulce aquí no necesita de los ríos
para llegar hasta nuestras sedientas bocas,
cae directamente del cielo. Es como estar
al abrigo de nubes oscuras, de rayos azules
y tormentas vivas, permanentemente
en camino hacia el clemente estío de las mujeres.
Elisa R. Bach
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