5 ene 2015

¡ay! Google que me aguardas, inacabable catedral de fotones de etiqueta roja y calor negro.

EL TIEMPO DENTRO DEL BAÚL DE GOOGLE

Con paso ligero pisaba la solitaria carretera,
sudando por el exceso de equipaje, mientras la luna comenzaba a elevarse y mostrar su momento -bellísimo- de plenitud.

La veía como jadeante
a través de los árboles de un bosque sagrado, pintados de blanca cal y el murmullo de un arroyo cercano me indicaba que no estaba lejos de un lugar habitado.

¿Era la muerte mi única recompensa
y el Infierno mi único destino posible como en un mal sueño?

¿Cómo explicar el olor de la carne
bajo las llamas de una pesadilla?

¡Oh Google, Santo Baúl!

¿Qué lazo,
qué oculta semejanza confunde la celestial nube informática con el minúsculo dibujo de la palabra abominable?

No sabría decir con exactitud
en qué momento del sueño cambié de planeta ni cuando abandoné realmente el siglo. No encuentro el milenio que los demás han aceptado.

Vivo ausente del devenir
y ya no reconozco a aquellos que me acompañaron durante tantos años, sus rostros se han desdibujado y se han vuelto inexpresivos como una máscara de botox.

Vivo ausente del tiempo.

Dudo de que mi anterior siglo
fuese como es mi sexo y mi delirio. Algo me repite constantemente en mi interior que no soy de ningún siglo. Ni del Siglo de las Luces, ni del Siglo de Oro, ni del Siglo de las Cruces.

Me siento del Siglo Liberado,
liberado de toda fecha y penumbra, pero cuando muera, el poeta que hay en mí

se alzará como un niño sin moral y sin país.
Un niño loco con lengua de trapo y de alaridos. Entonces para mí

amanecerá en nuestra Galaxia.

Amigos presentes y futuros;
cuidado; porque puedo volver. Entonces, ¡ay! Google que me aguardas, inacabable catedral de fotones de etiqueta roja y calor negro.

Llueven bocas de tus blogs
expandidos por todo este planeta, sin embargo, … ¿quién soy para recibir esos besos clavados en mi frente si

no soy más que vida imaginaria
fuera ya del tiempo?
                                                                Johann R. Bach

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