6 ene 2015

la aparente simplicidad de tus manos unas manos delicadas formadas con los años precisos


CARTA ABIERTA A MARTA

Hola Marta,

El corazón me ha dado un vuelco cuando he abierto el correo y he encontrado tus dulces palabras cargadas  de maravillosas sílabas de amor a la poesía.

Desde la última vez que nos vimos he escrito varios poemarios –el último "COTTON BLUES" ya está en la calle- y mientras escribía muchas veces he pensado en ti y he estado tentado de llamarte para invitarte a tomar un café y charlar sin que nos molestara el reloj.

Tienes la sensibilidad de una Diosa del Amor y un carácter que me gusta y por ello no renuncio a tener una cita contigo. ¡Tenemos tantas cosas de qué hablar!

No sé cómo explicarte este afán de escribir y tampoco puedo decirte como empiezo mis escritos. Sólo puedo decirte que

a veces al escribir un poema
me gusta comenzar -usando la fórmula de Neruda de dar belleza a lo cotidiano precisamente con conceptos ya muy gastados- por describir

lo que me quema de las palabras.

Algunas sucias de tiempo,
consciente, de cuánto polvo perdura en las entrañas agazapado en los huesos, y diciendo cosas que no importan a nadie,

importunas, me reconozco palpándolas.

Porque es fácil por ejemplo hablar
de los días de lluvia y viento que nunca acaban en la castigada Galicia;

de lugares que no existen para mí

–más que en una recreación de Google Maps-,
a pesar de haber dejado maltrecha mi memoria como es el caso de un apacible cementerio junto al mar, enarbolado de velas, en Corcubión o un tal Bar Charra en Santiago de Compostela; mientras que corren,

en los desagües próximos, las cenizas
de amores que no sobrevivieron.

Cuánta tinta se ha vertido
describiendo en cualquier geografía la tierra bañada cuando, de forma aceptadamente como natural, los zapatos se llenaban de barro.

Pero es mucho más fácil describir
la sensación del beso cotidiano que nos despide por la mañana y nos alimenta hasta bien entrada la tarde y entonces

regresa a nuestro pecho la ansiedad
por volver a echar los dados.

Para mí, es mucho más fácil
hablar de los pasos obstinados que cada día dan cuerda al reloj que pone en marcha el programa circadiano de la maquinaria de nuestra vida.

Así, puedo escribir, por ejemplo,
acerca del calor que desprendía tu cuerpo cuando te acercaste a mí en el último beso; sobre las flores que se marchitan por no haber cambiado el agua o de

la aparente simplicidad de tus manos
unas manos delicadas formadas con los años precisos para infundir amor hasta la naturaleza más inhóspita de la tiza chirriando en la pizarra.

Ya sé que mi imagen
te parece la de un hombre rudo, pero mis limpios nudillos libres de cualquier afección artrítica aún sostienen diligentemente el bolígrafo,

y, aún puedo escribir, por ejemplo,
que no hay nada que me inspire más que imaginar un olor azaroso que podría hacerme soñar con el extenso poder de tu piel.

Marta, eres un sueño para mí.
                                                            Johann R. Bach

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