LOS METALES FICHAS DE DOMINÓ
Los que creen conocerme
dicen que no hago escritos de metales y que prefiero el estrépito humano al vuelo silencioso de la lechuza…
que sí, que sí, que en algunos deseos,
expresados en voz alta además de dejar constancia de la sabiduría del buho por escrito, deposito en él mi esperanza y
con incredulidad
devuelvo –recriminado por ello- las palabras que no llegaron junto con el oleaje de la sangre más íntima.
No hago leña del árbol caído. No.
Cuando no veo la solución me armo de paciencia y persisto como un niño tozudo.
Piensan algunos amigos que escribo
sobre temas diferentes cuando en realidad hablo siempre de lo mismo desde mundos diferentes.
Es muy raro en mí, por ejemplo,
escribir sobre la muerte o sobre la nada porque son cosas que bien podrían no existir.
Prefiero describir cosas comunes sin escándalo,
aunque común en mí no significa necesariamente sencillez y por ello me echan en cara la falta de una mayor provocación.
Ante los libros de otros
no adopto una actitud obtusa que me lleve a la conclusión -parafraseando a Mallarmé- de que ya he leído todos los libros
terrible frase exenta de toda esperanza.
Encuentro gozo al leer
a algún poeta que menciona el litio como el metal más ligero y por ello está relacionado con las funciones fisiológicas más nobles
alabándolo como un buen antidepresivo
o que simplemente llama la atención
sobre el fracaso momentáneo del grafito en los bordes del universo observable y que, por su lentitud, nunca llega a convertirse en diamante o
cuando con el mismo entusiasmo de un niño
admira el carácter del sodio auténtico metal combustible de delicados corazones y gran estabilizador de
la temperatura de la sangre humana.
Siempre he sabido
que la Tabla Periódica me esperaba
luchando por aflorar
ante mis perplejos ojos o balbuciendo en sueños con la boca llena de alumino-silicatos potásicos responsables en parte de
nuestra necesidad de amar.
Descubrir el cinc y sus propiedades
me hizo comprender la fisiología de la sensibilidad humana; el paladio metal de los carácteres palaciegos, la humildad.
Detrás de la plata
se esconde el carácter apresurado de los que nunca logran cumplir con su agenda: tienen miedo a morir dejando sin hacer la colada.
Los que no renuncian a hacerse ricos
están intoxicados por múltiples sales de oro y, aquejados por la hipertensión y fatales depresiones,
sobreviven como la palabra melancolía.
El platino se pega a los huesos como el titanio,
empequeñece todo lo que entra por las pupilas y hace creer que somos lo más grande despreciando cualquier noble manifestación artística:
sólo el senecio modera sus ambiciones.
Me encanta jugar al dominó
con la Tabla Periódica, descubrir el escondite del Lantano y cómo obligarle a que tire sus fichas y contribuya a paliar
las anemias de la blanca doble:
la insuficiencia renal y la anafrodisia.
Johann R. Bach
COMENTARIO DE BÁRBARA
ResponderEliminarProvocador????!!!! Ja... no leyeron Eros , no navegaron sobre tus líneas excitando sus neuronas, sus hormonas y la buena y mala leche que en algunos escritos pones político correcto o incorrecto...
Qué sabrán de tí!!!! Pobres incultos que apenas han ahondado en las multitudinarias islas de la belleza de tus líneas.
Qué lean!!! Y luego opinen por algo más que un único verso...
COMENTARIO DE PATRICIA
ResponderEliminarEn tu conocimiento debes de darnos un nombre metálico para cada transeunte según las características de la personalidad....
Sigo diciendo que ves detrás de lo que parece obvio descubriendo un mundo de paralelismo entre lo humano y lo metálico