7 jun 2015

BERLÍN (I). ¿Qué sucedía con el texto del endemoniado libro?


LA BIBLIOTECA DE ALT TREPTOW

Fue en un lugar cercano al Treptower Park
frente a la terraza de un restaurant atendido sólo por Lucretia una mujer delgada y de apariencia triste aunque

sus ojos brillaban
como si su conciencia estuviera tranquila. Su tristeza, según me contó un día, se debía a que nadie del barrio entraba en el local. Me dijo que era descendiente de Lucretia Mott.

Yo desconocía por completo
aquella hipotética saga familiar.

El barrio modernista Alt Treptow
estaba habitado casi exclusivamente por atemorizados ciudadanos de la desaparecida RDA.

acostumbrados a no salir de casa
a cambio de un plato en la mesa y cerveza suficiente para adormecerse junto a un televisor escupiendo anuncios disfrazados de noticias.

Según se vaya a su encuentro,
-al encuentro de Lucretia sentada en la terraza de la entrada lujosamente amueblada, se puede conseguir su esmerada atención. Y esta era su peregrina particularidad.

Yo conseguí -con paciencia y asiduidad-
ganarme su aprecio. Entre café y café se quejaba más que conversaba. Nadie –decía- viene a este local ni a comprar tabaco.

Era una mujer aficionada a la lectura
-sobre todo a los acontecimientos de una "historia universal" explicada como una verdad absoluta por los profesores rusos.

Llegué a conseguir
que cocinara para mí el día de San Esteban un Halbe Ente1 y que brindara conmigo con un Côtes du Rhône. La comida se alargó hasta el anochecer (aproximadamente las cinco de la tarde)

Con el cuerpo ya entonado y sonriendo
Lucretia me introdujo en una estancia a través de una puerta simulada por un mueble y un cuadro. Desde allí descendiendo por una estrecha escalera de madera accedimos a un recinto abarrotado de libros como una biblioteca.

Muchas veces me he preguntado
si realmente estuve en ella o fue sólo un espejismo -producido por el vino- de un nuevo y desconocido desierto.

Recuerdo que era una estancia
con cuatro pasillos llenos de libros hasta el techo y una salita con un escritorio de unos cuarenta metros cuadrados. Eran unos pasillos que se perdían en la sombra poblados de murmullos sepulcrales y, al parecer,

Lucretia era la bibliotecaria,
único ser viviente en todo aquel subterráneo.

Ojeé algunos libros,
todos raros y que nunca había visto antes, con títulos que aludían curiosamente, a hechos sobrenaturales.

Aquél que no pude olvidar
se titulaba "La Creación Mística bajo el Vigesimoctavo Mundo". Estaba encuadernado al modo veneciano.

Oscuro y en oro,
acaricié sus láminas que me parecieron pintadas a mano. Me sobresalté bastante cuando quise releer un capítulo y ya no era el mismo que había leído la primera vez.

¿Qué sucedía con el texto del endemoniado libro?

Decía en una parte especialmente llamativa:
"El Vigesimoctavo Mundo no fue descubierto por nadie. Nosotros, pueblos antiguos y primeros de estas tierras lanzamos un llamamiento, fue escuchado".

"Vinieron seres de corazón helado.
Nos suicidamos. Fue la entrega de nuestras hijas en manos del Sol de Oro".

Pregunté a Lucretia y nada.
No supo responderme.

Miré, estaba solo, la única luz era mía.
Quise leer nuevamente pero ya había cambiado el trozo alucinado. Me levanté de aquella silla recubierta de resina seca de pino, salí.

Era de noche y había luna.
Un canto venía de lejos, de aquella misteriosa biblioteca. En días sucesivos volví al Restaurant de Lucretia.

Desde aquel día
se mostró especialmente amable conmigo su único cliente. Me besaba efusivamente conmovida por compartir con alguien sus quehaceres cotidianos.

Pero detrás del mueble
y el cuadro de la sala de billar no había ninguna puerta oculta. Yo seguí aceptando sus besos sin preguntar…

No quise cambiar
un apasionado amor por una curiosidad soñada o vivida.

                                                                                                     Johann R. Bach

1.       (Halbe Ente =  Medio pato) Plato típico alemán.

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