UNA CONSTELACIÓN DE PECAS
Todo era delicia para mí,
la constelación de pecas y los botones que cerraban las mangas.
¡Oh! Qué asombroso era,
Inagotable, aquel dulzor… en él nada amargaba.
En éxtasis estaba,
y aturdido de sobreabundancia del propio corazón masculino (deseando más sexo del que tenía y podía),
en los pequeños dedos,
mordisqueada, una flor en mitad de un junio.
Me tornaste solitario.
Sólo a ti te confundí con mi falsa capacidad de amar. Un rato eras tú, luego eras de nuevo el rumor,
o sólo fue una fragancia sin residuo.
Johann R. Bach
No hay comentarios:
Publicar un comentario