CON APENAS NUEVE AÑOS
Con apenas nueve años
me acerqué a tus manos, vi en el fondo de tus ojos tanto amor incomprensible para mí que me hizo derramar dos cálidas lágrimas.
El dolor punzante,
al ver qué vanamente había sido tu hablar y tu hacer, alcanzó mi pecho cuando secaste mis lágrimas con la caricia de tus besos.
Te volcabas tan dulcemente
como sólo tú lo sabías hacer con viejas formas que te fueron siempre fieles.
La vieja casa
con pies hundidos en la arena, que nos fue adjudicada gracias a que el abuelo
era marinero,
bañada por fragmentos de mar
que cabalgaban sobre el viento, sobrevivía como tú, triunfando, a pesar de todo, sobre tormentas y años.
Me hiciste leer mi primera
novela –"Blanca o Bruna"- escrita con palabras de amor como si hubieran surgido de tus labios, de tu idioma.
Con apenas nueve años
me acerqué a tus manos para releer aquella vieja novela que sobre tus rodillas reposaba, cuando tu cabeza y tus ojos altos buscaban el cálido contraluz de la ventana.
Con apenas nueve años
me acerqué a tus manos. Acariciada por tus besos, me saltaron dos cálidas lágrimas como ahora al escribir estos versos.
Johann R. Bach
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