AMOR EN EL HOSPITAL Y EN CASA
En mi rincón,
en estas hermosas cuatro paredes
Me obligo,
aunque a veces el cansancio me puede, a repasar los sucesos ocurridos en en el hospital durante el día,
no sin antes poner orden
-tan pulcro como puedo- en mi pequeño mundo acariciando las sábanas de mi querido sobre y abrirlo para hacerlo mío.
Pongo la ropa en una silla. Autora de unos poco creíbles escritos, cuyo lomo acaricio con mis dedos excitándome en lo más profundo me dispongo a corregirlos.
.
El aroma de mi ordenador
al encenderlo y mis propias palabras colgadas en el atril, empieza a hacerme sentir calor en mis cinco sentidos –sospecho que podrían ser seis.
Todo parece despertar en mis venas.
Cuanto más moldeo las paredes con fotos, cuadros, poemas tuyos… y en el aire se perfila la luz irisada, más acogedor se vuelve para mi placer.
Mi deseo de confort
sólo tiene como objeto poderlo compartir contigo "mi amor".
Una palabra fácil que lo dice todo
según mi manera de pensar y arregla muchas decepciones y alegrías escondidas bajo las batas blancas, durante el día.
Recuerdo, por ejemplo,
tu sentimiento de culpa,
tu rabia –cómo centelleaban tus ojos al contármelo todo, cómo se te teñían de sangre las mejillas-
he visto la sangre correr
por debajo de tu blanca piel, la he visto subir de tus piernas a tu pecho, la he notado atorarse en tus rodillas,
correr de vuelta hacia tu estómago
y tus muslos, a tus brazos, a la línea de tu cuello, he visto hinchar y teñir de púrpura tus pezones y tus labios –como si todo tu cuerpo estuviera en erección-
dejando luego
BAB
No hay comentarios:
Publicar un comentario