LOS OTROS IDIOMAS DEL MUNDO
En una noche de tormenta,
de relámpagos cruzando el cielo y en el silencio atroz de toda la casa donde lo éticamente correcto era saludar cordialmente a los vecinos antes de odiarlos descubrí que
cada mañana la vida nos ofrece un poema.
Qué placer saber leer los idiomas del mundo: descubrir cada día que esperar un poco más, demorar la respuesta, ralentizar el ritmo del diálogo produce
otro modo de hablar.
Hay que aprender a reconocer
el duelo que se ha posado en las cejas del que entra en casa y dispone de forma diferente los objetos:
un libro…,
el esqueleto de una caja de música…, dos marionetas con su traje de trapo o un cuenco con semillas de lavanda… o se dirige directamente a
preparar un baño con sales minerales.
Es conveniente ver en sus ojos
cómo obra el silencio imitando las hojas de geranio o el rojo desgastado de las losas del suelo;
cómo se anda de puntillas
junto a la compañía de los que habitan la casa, pensando en lo que se va a escribir.
Si tuviera que escoger…
me quedaría con el bolígrafo en la mano traduciendo los acontecimientos y las emociones a un idioma de los llamados universales.
Nunca más solo ni de noche ni de día.
Johann R. Bach
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