24 oct 2011

REGRESO DESDE EMPURIES

REGRESO desde EMPURIES

 

Frente a ti,

sobre su carro lleno de estrellas

viajaba el Auriga;

 

tras de ti,

sobre el resto de cielo abovedado

miles de lucecitas azules

te seguían iluminando el camino.

 

Extraños y nítidos ecos descendían

en la noche desde los olivos

como las notas sin prisa

de una serenata de Chopin,

en una noche muy distinta

 

a otras noches con tramontana;

tanto que, ante ella

se apartaban incluso las noches

reales del agosto de Cadaqués

de sueños infantiles y lluvias de estrellas.

 

La noche era tan clara y brillante

que se veían los perfiles geométricos

de los cristales de cuarzo de la playa.

Era como si Apolo mediante un oráculo

te hubiera aconsejado precisamente

 

esa noche para tu viaje

y hubiera encendido sobre ti

el horizonte con su antorcha.

Sobre los olivos de la montaña dorada,

la hoz de la luna, jugueteando,

 

corría ágilmente junto a ti

como un cervatillo

hasta que llegó el final

y el mar cambió como si Poseidón

hubiera pasado página.

 

Ahora todo parece poco

pero atrás de mí quedó aquel grito

-a veces aún resurge mientras duermo.

Era el grito de la geometría convexa

del dolor de la herida y del placer del alma.

                                                  Elisa R. Bach

No hay comentarios:

Publicar un comentario