23 oct 2011

La tarde como una mano

70. La tarde es una mano

 

Las gaviotas navegan contra el viento,
atraviesan el espejo del horizonte,

la arena se enfría de nuevo,

aparecen los astros en el azul

con su mutante azimut
llegan los barcos
como caballos fatigados.

Del cuerpo del mar

surgen sombras húmedas,

coros de voces y melodías

de antiguos ritmos,
se levantan las olas,
bajan blancas, desnudas,
hacia el gris, denso silencio.

La tarde es una mano

que se extiende hacia nosotros,
la tierra una isla

que nos espera

desde tiempos remotos;

la piel del mundo,

construida pacientemente

con antigua lava

y vapores volcánicos,

baña sus puntas agudas

diariamente hasta conformar
los guijarros del atardecer,
las nubes y su gesto.

El muro de vidrio se rompe,

finos hilos de plata

flotando en el viento

mojan rostros y manos
unos ojos de lobo te observan.

 

                               Elisa R. Bach

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