Retorno a Carballo
A punto de dejar el mundo laboral
paso la mano por los cabellos de la tarde,
frente a la ventana de mi nuevo piso
los ojos se agachan cansados sobre la luna
y tú me abrazas aún más allá del tiempo.
Cierro los ojos para sentir
como el aire entra en los pulmones
y como se va secando la tarde
con el viento extrañamente en calma,
y, siento las dunas de la playa de Razo.
Miro mis manos
como el reloj más exacto,
vuelvo al esfuerzo y la ansiedad
de caminar una larga hora
a la espera de alcanzar los primeros sueños.
En Carballo a resguardo
del viento de la Costa de A Morte
vuelvo a vivir las calles de la infancia
y el camino que conduce
a las dunas donde tantas veces
me bañé en un mar de sueños.
El olvido viene, afortunadamente,
a salvarme de esta soledad tan exigente
embriagada de vida ya pasada,
de recuerdos que me reencuentran
junto a este Atlántico de lluvia y paz.
Elisa R. Bach
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