Granito sobre el Puerto de Malpica
Sientes desde ese balcón
abierto al puerto de Malpica de Bergantiños
esa mezcla de gusto de la tierra,
de vino turbio y frutos de mar
mientras llueve la luz
reflejándose sobre la piel del agua
que resbala perezosamente
sobre el viejo tejido de granito
acariciando una escasa vegetación
que cuelga sobre el muro
de la calle del Porto.
Es la imagen que escapa
del tiempo donde nada se mueve
sino un silencio azul
roto por el silbar de tus pensamientos
y los trinos de gaviotas
como en una vida incierta, frágil.
Llegan los barcos
y cansados los caballos al mercado;
del corazón del mar surgen con la pleamar
cargados de pescado fresco y pulpos
que reposarán junto a los carros
repletos de manzanas, puerros y grelos.
Un trago de orujo y un café largo
reanimará a esas tripulaciones
exhaustas en la tranquilidad
del puerto de Malpica
que da la espalda al enfado del mar
y cada día mira cómo sale el sol.
Tú también,
desde ese balcón de granito
-incrustado en el puerto de Malpica-
das la espalda a las tormentas
y miras temprano al este
para ver cómo nace la luz.
Resiste el granito
del puerto de Malpica,
bajo tus pies
como la soledad
que no se rinde a la nostalgia
Elisa R. Bach
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