1 oct 2011

AGRADECIMIENTO AL MUNDO DONDE SE HA NACIDO

Nacer en Cadaqués

 

Cuando naciste no partías de cero.

Cuando naciste tus hermanos

ya hablaban, andaban y jugaban

en la arena, justo enfrente de casa,

remojándose los pies en agua de mar.

 

Tu hermano ya hablaba dos lenguas,

tu hermana sólo una.

Aún no iba a la escuela; acompañaba

a tu madre en los quehaceres

y cuidaba de ti peinándote

el cabello de tantas formas

como caras tiene un poliedro.

 

Tu punto de partida no era cero;

el humilde refugio de pescadores

era la casa donde se estrellaba

la tramontana y el mar acababa

siempre acariciando

hasta el dintel de la puerta

como si buscase lavarte los pies.

 

El mar, ese inmenso depósito

hilvanado con fuertes rocas

y con suaves arenas, lleno 

de luz, agua y sal de vida,

sabía que tenías alma de princesa;

 

te respetaba, calmando a Neptuno,

cuando cogida de la mano de tus hermanos

aprendías a caminar entre sargos,

percas y rojo-amarillentos serranos

con las primeras palabras de la sirenas.

 

Junto a conchas sonrosadas,

granadas y membrillos,

con los primeros y alegres estremecimientos,

tíos y primos

vaciaban el aceite en enormes tinajas

y en un suelo cubierto con el mantel de viñas,

tapaban con tomillo y romero

los humos de cordero asado.

 

Esa luz y ese olor del universo mediterráneo,

que sueñas como bueno

es la mayor de las herencias deseables.

Cuando naciste no partías de cero.

                                                       Elisa R. Bach

No hay comentarios:

Publicar un comentario