29 sept 2011

LA LUZ DEL GRANADO

La luz del granado

 

Silbando en cámaras abovedadas,

atraviesa la tramontana

con su terquedad y murmullo

un auténtico laberinto de flores fucsias,

la luz salta en él esparciendo sus sonrisas

 

de frutos granados de vida.

El legendario arbusto ríe a carcajadas

con hojas recién nacidas en el alba

abriendo los colores desde arriba,

estremeciéndose de triunfo.

 

Cuando se despiertan los campos

y tú siegas con tus rubias manos

los tréboles de tus sueños,

es el granado el que pone inesperadamente

en tu verde cesta las luces.

 

¿Ha sido siempre el granado

el que ha disipado la niebla del mundo?

Nunca triste, nunca gruñón

grita la nueva esperanza que nace,

saluda en la lejanía sacudiendo un pañuelo

 

de hojas de llama fresca,

a dos mil barcos que rasuran el horizonte

que con olas que dos mil veces van y vienen

civilizando playas y acantilados salvajes.

Es el granado el que hace rechinar

 

las altas velas y veletas que se refriegan

en el aire transparente y en las alturas

con el racimo cobalto, insolente,

lleno de peligro.

Quiebra el granado

 

-como el fulgor de tus ojos mi amor-

con la luz en medio del mundo

los nefastos tiempos llenos de huracanes

y, de parte a parte, extiende

su pequeña yema del día.

 

No importan las tormentas que destruyen

y arrasan ciudades y campos

el granado siempre volverá a llenar

el Mediterráneo

de Granadas y Barcelonas.

                              Elisa R. Bach

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