rodeada por el vacío,
redescubrir, junto a este aroma frío
del nevado Pirineo,
una piel de narcisos y de lirios blancos;
Ver ese huerto tan inmenso, delicado,
gratuito, que se deshace con el calor
de mis manos, depositado, sin prisa,
suavemente, blanqueando campos
y calles, me estremece de placer.
Líricamente gozo como una niña
que despierta viendo
como se han cubierto las terrazas
Qué distinta sensación de aquella
mañana que el hielo de las calles
de Berlín junto al cruel menosprecio
me llenó de tristeza y huí buscando
Hasta ahora la nieve era para mí
un huerto de lágrimas fugaces
mientras que ahora es,
ante mi asombro, como la noche
solemne y perfumada.
Del "Manual de la Soledad" Elisa R. Bach.
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