La tinta de la sepia
¿Tan difícil es vivir?
Huiste despavorido
cuando entre los acantilados
te pregunté
Mi amor, ¿tan difícil es vivir?
-parafraseando un verso de Virgilio-,
creí que ibas a suicidarte.
Tu médico te ha dicho que
aspires el aroma de la lavanda,
que pasees bajo los tilos
y que no comas manzanas
que puedan estropear tu humor.
¿Prefieres la cicuta antes
que cumplir la obligación
de mirar el horizonte pintado
con nubes de algodón y frescos?
¿Es demasiado pedir
que duermas bajo mi sábana
de nardos, narcisos y violetas?
Si no tienes valor
para seguir adelante
por el dulce camino de los granados
abarrotados de flores fucsias,
lánzate al mar y que los delfines
se repartan tu cuerpo.
Desobedece a los cantos de sirena
que te impiden atravesar
el huso horario de tu mundo.
Si aún crees que te falta valor
para que el mar del que saliste
te engulla para alimentar a sus algas
déjate morir, como Adriano,
de inapetencia de poder
-terrenal y celestial.
Pero si aún te queda algo de sal
en tu corazón deshilváname
con tus dientes y vuelve a empezar.
Si necesitas ayuda, pídemela
y te daré una gota de mi negra tinta,
lanzaré mi aliento en tu boca
y mis manos se hundirán en tu espalda.
Te abriré los ojos a la horizontalidad,
tus hombros recuperarán tersura,
tu piel volverá a absorber la luz
y el oxígeno de mis pulmones
y la vida rebrotará como en primavera
llenando tus sueños de lunas.
Elisa R. Bach
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