7 jul 2011

Elisa escribe desde Mountain View California

Mountain View

 

El taxi me ha llevado rápidamente

como mi imaginación a la View St

esquina Fairmont Avenue

frente al 606. Mis ojos lo miran

todo con curiosidad

como si desde una nube

quisiera describir el paisaje.

 

Al aterrizar

en el aeropuerto de San José

nos han advertido que el tiempo

iba a ser soleado,

pero que las temperaturas

serían frescas toda la semana.

 

A sólo tres metros del muro blanco

que separa el jardín, algo descuidado,

de la acera, destaca una chimenea

de ladrillo rojo pegada a una ventana

que mira hacia el este

como si quisiera tener además

el escaso calor de un sol amarillo.

 

Los arbustos crecen por doquier

amenazando los pies de los árboles

y con cubrir las vallas que separan

la propiedad privada de la pública.

Crecen desordenadamente

indicando que en esta ciudad

de bello nombre nadie pasea

por las aceras.

 

Se desplazan

en grandes coches para pasear

a los enormes perros.

La casa que observo

destaca entre las demás

por su tejado con tejas árabes

y su puerta de entrada

con arco de medio punto.

Las paredes parecen ser de jero

rebozado frente a sus vecinas

de madera y tejados de cinc.

 

Los habitantes de Mountain View

deben encontrar normal

que su alcalde no se preocupe

de tener las calles limpias

de arbustos parásitos

y también debe ignorar

a los corazones que laten

dentro de esas casas.

 

Me detengo ante el stop

a pesar de que voy a pie,

giro a la derecha sin pisar

el césped de la casa que hace

esquina con la Hope St.,

no se ve un alma por la calle

como después

de una explosión de neutrinos.

 

Y sin embargo

dentro de alguna de esas casas

se encuentra G, una Diosa del Amor

aspirando diminutas señales

de vida de otros mundos

situados al otro lado de La Atlántida.    

 

Sabe que vive aislada

en una habitación de cristal,

sólo su hamaca acaricia

su aún joven espalda,

sabe que no está tan sola,

porque bebe casi todos los días

nuestras sílabas y nos ama.

                                    Elisa R. Bach

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