27 dic 2016

La retuve un momento, con mis dos manos, a cierta distancia de su cara, antes de que cayera en sus labios


AMOR ETERNO

Ella, sonriente
-me contaba Niko ya con un par de copas de más-, se encogió de hombros como diciendo "pero no te das cuenta que me gustas".

No pude evitarlo
–continuaba diciendo Niko en su inacabable discurso- alcé la mano, acariciando la mejilla de Flordeneu; ella me miró fijamente, con ese mirar desfalleciente y grave de las mujeres pintadas en los cuadros florentinos y que se parecían a los ojos rasgados de té, finos, brillantes, en los que asoman, en el borde de los párpados, como dos lágrimas que dan la impresión de que se van a desprender.

La retuve un momento,
con mis dos manos, a cierta distancia de su cara, antes de que cayera en sus labios. Y es que quise dejar a mi pensamiento tiempo para reconocer el ensueño que tanto tiempo acaricié, para asistir a su realización, lo mismo que se llama a un pariente que quiere mucho a tu hijo para que presencie sus triunfos.

Miré aquel rostro de Flordeneu que posaba,
aún no poseído ni besado, y que veía por última vez esa mirada de los días de marcha con que queremos llevarnos un paisaje que nunca se volverá a ver.

Fue así que, durante algún tiempo,
no se alteró el orden de aquella tarde, cuando comenzó con roces de dedos y labios en los pezones de Flordeneu. Su recuerdo y yo éramos una sola alma.

Volver a encontrarla cincuenta años después
no me trajo el sosiego que pudiera esperarse: Sus ojos eran los mismos, unos ojos que enamoran y que me decían que su corazón enviaba latidos a todas partes del cuerpo haciendo que su pulso fuera denso y en parte violento.

Amor de nuevo: Anoche me masturbé.
Eran las tres y diez. El dormitorio aún caliente como un horno, los libros… ya todos leídos.

La pregunta en el aire…
¿cómo enfrentarse al mañana, y al después, y el dolor habitual, como la disentería rebajada con mercurio.  

Otro le toca los pezones y el pubis,
otro se estará ahogando entre sus pestañas abiertas,

se supone que no debería pensar en ello,
o encontrarlo gracioso, o que me ha de dar igual, incluso… pero ¿por qué expresarlo con palabras?

Las cinco décadas de una vida distinta
que se abrieron más allá de sus ojos inmediatos han pertenecido a otros, derrochadas, perdidas…

No pude, en la última cita,
abrazarla lo bastante para recuperar mis años de lucha contra la sed y que su boca los colonizara.

Admitido: y el dolor es real.
No sé si un próximo encuentro nos hará sentir, tan nuevos, tiernos-ávidos, extraños…, pero sí creo que ésta es la última vez amiga Ermessenda que explico a alguien que mi amor por Flordeneu es eterno.

Si algún día la ves…
dile que la sigo queriendo.

                                                                               Johann R. Bach

3 comentarios:

  1. Griselda Corni Fino
    0:41

    Nada como el amor imposible para eternizarse

    ResponderEliminar
  2. EL AMOR IMPOSIBLE
    SIEMPRE ES ETERNO,
    ES EL MÁS SEGURO,
    EL MÁS SABIO,
    PUES SIEMPRE ESTÁ
    EN LA METÁFORA
    DEL PENSAMIENTO...

    ResponderEliminar
  3. EL AMOR IMPOSIBLE
    SIEMPRE ES ETERNO,
    ES EL MÁS SEGURO,
    EL MÁS SABIO,
    PUES SIEMPRE ESTÁ
    EN LA METÁFORA
    DEL PENSAMIENTO...

    ResponderEliminar