24 dic 2016

La lámpara arde sin llevar la cuenta. Se nutre de gases incandescentes y sopas de metales. Hay que conformarse con ella, o romperla.


"Vuelva a vestirse. El siguiente".

Cassia y Ermesenda
descubrieron mientras iban de excursión atravesando el puente de Monistrol que lo que deseamos es vasto. Lo que adviene, pocos motivos hay para que nos aflija. El edén impuro titila al lado del escarnio.

Alejarse del barrio superpoblado,
encorvarse firmemente, con la propia aurora a la espalda, ajustándose a las lentas peripecias de la Montaña Amada.

La lámpara arde sin llevar la cuenta.
Se nutre de gases incandescentes y sopas de metales. Hay que conformarse con ella, o romperla.

Es una obviedad
decir que nada permanece por mucho tiempo idéntico. Y de la misma forma que un día el sol se apagará nadie se muestra durante mucho tiempo nervioso.

Capa tras capa se hunde eso,
ocupando todo el silencio.

¿No habíamos venido,
a la hora de los presagios y de las huellas de un mal sin remisión, para complementar con algo de lucidez?

El Ángel Montserrat, viajero mítico,
paisano nuestro se unió a nosotros:

deseaba acrecentar el espacio de los ímpetus,
la tierra de la amabilidad, el murmullo de los síes, desde mediodía hasta la medianoche.

Parecía que su espíritu contrariado
no sacaba de su pecho más que latidos exigentes, desfallecientes por sus escasos resultados.

Mucho antes
de que lanzasen a los ojos de Cassia y Ermessenda las formas y los gestos de aquel otro lugar -Las Mansardas de París- donde la sombra del reloj de arena sepulta la noche, pusieron mucho verde bajo las suelas de sus zapatos.

Estaban preparadas para obedecer a La Voz:
"Vuelva a vestirse. El siguiente".

Esa es la orden.
Y el siguiente éramos también nosotros, todos los que hemos acudido a esta Fiesta de Las Mansardas.

Eso sí, con el Ángel Montserrat
como compañero para abrirnos las puertas de los mares.

                                                                             Johann R. Bach


1 comentario:

  1. Griselda


    El Angel Monserrat siempre esta dispuesto a soplar la vela y apagar la luz es su cometido

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