EL ACCIDENTE
Después de que nuestros huesos
hubieron tocado tierra, a través de nuestros rostros derrumbándose, no acabó nada, amor mío.
El calor había callado,
aquello que continuaba oponiéndose a la vida moribunda, indefinidamente se elaboraba.
La muerte no había crecido
pese a lanas rutilantes y sin comenzar la dicha., acechaba nuestra doble presencia.
La hierba estaba pisoteada y desnuda.
Johann R. Bach
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