30 nov 2014

¿Le oían acaso las estrellas puras?

LA ÚLTIMA MORADA DEL VIEJO POETA CHINO

Tal como al fin el tiempo
lo transforma en sí mismo, el poeta despierta con su lápiz bastante acortado ya,

a su edad que no supo, espantado,
descubrir las cualidades físicas y químicas del grafito y que la trágica despedida inundaba

su extraña voz de abismo.

Vio la hidra del vulgo,
con un vil paroxismo que en él la antigua lengua nació purificada, creyendo que él bebía esa magia encantada

en la onda vergonzosa
de un oscuro exorcismo realizado sobre negros cuervos y escarabajos de oro.

Sí, hostiles alas nubes
y al suelo que los roe, bajo-relieve suyo no esculpe nuestra mente para adornar el lecho definitivo deslumbrante de Poeta,

que,
como bloque intacto de un oscuro cataclismo este granito de Porriño al menos detenga eternamente

los negros vuelos
que alce el Blasfemo futuro.

¿Le oían acaso las estrellas puras?

Al fin y al cabo quería,
como cualquier poeta, ser a quien el Destino los secretos confía.

                                                                    Johann R. Bach

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