29 oct 2014

su furtivo semblante me transportó a una tarde anterior sentada ante la radio de la que salía una suave música de jazz



ALMA DE BLUES

Su alma, joven, me seduce.
No puede saber que lo escucho a diario. Habita en la habitación más cálida de la casa en medio de libros.

No hay plano que me oriente ni escalera.

¿Es un ángel mortal
el que me anima con su trompeta?

Está, vivo ausente, de espaldas.
En ángulo invisible me sitúo, me acerco a tientas, veo como oprime con sus dedos los botones de oro,

siento el juego de semitonos y tempos desiguales,
casi casi igual que los que toca ahora.

Despierto, me introduzco en la pantalla:
ojos ruines asoman, cicatrices de la infancia.

Sigue entornada la ventana.
Sobresalto otoñal de un ruido urbano. Aún detecta mi oído ávidos rasgos. Su figura inclinada traza sobre el pentagrama su ruta.

Lo acaricio con la mirada
sobre la pantalla del ordenador: son signos reconquistados los del blues –al igual que un poema- que me ocultan.

La vista se detiene fija
en algún punto de la habitación. Por deformación profesional ausculto el ritmo cardíaco y

recuerdo aquel día
que subíamos la cuesta par oír el concierto: mi hermano, entusiasmado iba delante y no le veía la cara,

eludiendo el empedrado de codos de la multitud
que se giraban a mirarlo para saber quién era el osado que les quería aventajar, compasivos o sardónicos.

Lo recuerdo bien:
caminaba remando el aire con los brazos cortos y los dedos gordos –lo contrario de mi figura- como cubiertos de guantes.

Pero miró atrás de improviso
y su furtivo semblante me transportó a una tarde anterior sentada ante la radio de la que salía

una suave música de jazz
parecida a la que ahora sale de la pantalla proveniente de "Youtube".

                                                            Johann R. Bach
JOHANN EN LA RADIO



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