DE NEW ORLEANS A DENVER
En duermevela vino anoche en mi sueño
a decirme personalmente que, por fin, se había elevado por encima de los mástiles del puerto.
Me lo dijo antes Pete el trompetista
y algún otro al que no le hice caso. Pero no intenté siquiera dar crédito a sus palabras y
evadí cobardemente el duelo.
Y él lo sabía.
Por eso vino anoche de visita a decirme –firme, pero tristísimo como un arpa de boca- que fuera razonable, que aceptara las cosas como son
Pues era cierto:
De retorno a su Denver natal
-debido a los devastadores efectos del diluvioso katrina- en un anónimo apartamento detuvieron su corazón, apagaron sus ojos risueños,
silenciaron su cálida voz
la soledad, el alcohol y la pesada cruz de los sueños deshechos. En su maleta sólo encontraron su querida armónica.
Ahora acabo de despertar
y él de irse, y en el laberíntico mapa de los recuerdos vuelven los rituales felices que compartimos:
Los versos de Edgar Allan Poe
-que él citaba como versículos antiguos-, el beisbol y la magia de la húmeda música de jazz de New Orleans.
Johann R. Bach
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