13 jul 2014

Fuera del taller la nieve crecía en Forsthausallee y la ventisca golpeaba mis ojos; el frío parecía ir en aumento.

  • Los pies helados del sedentario

              NUX VOMICA C 15

 

Hoy he ido al mecánico

a cambiar los neumáticos del coche. En invierno es obligatorio poner los de lluvia. Me han hecho esperar casi media hora para atenderme, pero no me ha molestado hacerlo porque me acompañaba Niko. Un solo minuto a su lado puede hacerme feliz.

 

En el taller hacía un frío glacial;

los pies se me estaban helando; la cortina de goma que intentaba impedir que el aire caliente del interior se escapara era casi inútil; la temperatura interior era de 5 bajo cero.

 

Niko ha acercado sus labios a mi oído

y me ha dicho que yo era la mujer de su vida. No por inesperado ha sido menos bello. Casi me olvido de mis pies congelados cuando un pequeño detalle me ha recordado la situación:

 

Sebastián, el mecánico,

se acerca a nosotros con un andar dificultado también por el frío; con las mandíbulas apretadas por un intenso trismus nos ha mascullado entre dientes que fuéramos a tomar un café mientras cambiaba las ruedas.

 

Fuera del taller la nieve crecía

en Forsthausallee y la ventisca golpeaba mis ojos; el frío parecía ir en aumento. El restaurante Kuffer (Cuprum), situado en la esquina, rematando el final de la comercial avenida Sonenallee, estaba cerrado por lo que hemos tenido que refugiarnos en el pequeño rincón de la panadería de Baumschulenstrasse.

 

En ese rincón,

provisto de una pequeña mesa redonda y dos sillas me ha parecido un lugar maravilloso. Sólo el enorme cristal nos protegía de la tormenta blanca. Con la taza de café berlinés entre las manos y la mirada fija de Niko el tiempo se ha detenido como en una foto.

 

Luego, pasada una larga media hora

Niko me ha arrastrado literalmente hasta el taller porque mis pies no habían entrado en calor mientras estábamos tomando el café. Sebastián no lo estaba pasando mejor que yo:

 

me ha dado las llaves del coche

con premura para continuar sentado, con su enorme barriga, frente a una estufa. Al llegar a casa yo también he puesto mis pies desnudos a calentar entre los pies ardientes de mi profesor.


                                                  Johann R. Bach

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